martes, 2 de noviembre de 2010

Tu tienes el reloj... Yo tengo el tiempo

del Sitio Web ElBlogAlternativo


Moussa Ag Assarid es el mayor de trece hermanos de una familia nómada de tuaregs. Nació al norte de Mali hacia 1975 y en 1999 se trasladó a Francia para estudiar. Es autor de “En el desierto no hay atascos”, donde describe su fascinación y perplejidad ante el mundo occidental.

“Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!”


A continuación está la entrevista que concedió en Barcelona, a Víctor M. Amela, de “La Vanguardia”.


No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles…!

Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.

¡Qué turbante tan hermoso…!
Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

Es de un azul bellísimo…

A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados…

¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?

Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

¿Por qué?

Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

¿Quiénes son los tuareg?

Tuareg significa “abandonados”, porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: “Señores del Desierto”, nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.

¿Cuántos son?

Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece… “¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!”, denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

¿A qué se dedican?

Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio…

¿De verdad tan silencioso es el desierto?

Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba… Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre… Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

¿Sí? No parece muy estimulante...

Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas… Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.